viernes, 1 de mayo de 2009

Vallejo - texto y análisis - Masa

Masa
(Este trabajo fue realizado por la Profesora Paola De Nigris. La mención a este dato se debe a que el profesor Pablo Rodríguez Ferrando, tomando una actitud muy poco ética, ha decidido robar este trabajo, abusando de la confianza de la profesora, y publicando el mismo como propio en su blog, sin permiso de su autora, y aún registrándolo como suyo.)

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: 'No mueras, ¡te amo tanto!'
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
'¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!'
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
Con un ruego común: '¡Quédate hermano!'
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorpórose lentamente,
abrazó al primer hombre, echóse a andar...

El título del poema nos habla de “un gran conjunto de gente que por su número puede influir en la marcha de los acontecimientos” según el diccionario de la Real Academia Española, y también según la concepción marxista.

Este poema está incluido en una serie que se publicó bajo el título de “España... aparta de mí este cáliz”. Estos poemas fueron escritos cuando el poeta, adhiriéndose a la filosofía marxista, decide trasladarse a España para colaborar con la Guerra Civil Española, como lo hicieron muchos de sus colegas latinoamericanos. Allí Vallejo, se encuentra con una nueva forma de pensar que le permite subsanar las dudas cristianas de sus primeros versos. Él encuentra en el marxismo, una nueva “religión”, una nueva forma de creer en la justicia. Sin dejar totalmente su discurso cristiano, trata de conciliarlo con esta filosofía, y de esa manera encuentra un nuevo Cristo: el Hombre. Pero no uno, sino Todos. Será así un precursor de la Teoría de la Liberación, una de las formas que toma el cristianismo en América, y que fue muy combatida por la Iglesia Católica, hasta que terminó aceptándola, aunque siempre relegándola.

Masa es el sustituto de Cristo. Si éste es uno sólo, ahora hablamos de todos que se transforman en uno solo: el Hombre. Sólo con la unión de todos los hombres es posible lo imposible: la resurrección, que un cadáver vuelva a la vida. Ese es el tema de este poema formado por cuatro estrofas donde la primera es una presentación de las situación, las otras dos son los diferentes ruegos y la última es la conclusión.

Utiliza un verso libre, y una vez más, juega con rimas consonantes y asonantes que llenan el poema de significados. La única rima consonante que hay es “muriendo” que se repite tres veces y que es una constatación de una verdad irreparable en apariencia. Mientras que las rimas asonantes nos revelan el sentir del hombre: tanto/hermano/emocionado. Las tres palabras desparramadas en todo el poema son la rueda capaz de mover lo imposible.

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: 'No mueras, ¡te amo tanto!'
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo.

El poema comienza con una ubicación espacial: la batalla. ¿Qué batalla? No importa, puede ser cualquiera, puede ser real, puede ser metafórica. Pueden ser las batallas externas, pueden ser las batallas internas. Pero ésta ya ha terminado y sólo hay una consecuencia: el combatiente ya está muerto. La batalla implica una lucha entre dos fuerzas, donde uno pierde o gana, y aquí conocemos que nuestro “héroe” es el perdedor. Si entendemos que héroe es aquel que conlleva todas las virtudes de una comunidad, en este caso, éste está vencido, ha peleado en el combate, ha dado la batalla como cualquier hombre, pero como tal, también es vulnerable. Lo que lo hace heroico es haber combatido. En eso radica la vida, no en perder o ganar, sino en combatir, en dar la batalla.

Existe en la expresión “muerto el combatiente” un oxímoron (unión de palabras contrarias que no pueden separarse porque cambiaría el sentido, en este caso si está muerto ya no es un combatiente, pero como este hombre comenzará a pelear una nueva lucha es que el oxímoron cobra sentido). Este oxímoron hace que comprendamos cómo lo imposible es posible.

Y este “dar batalla” conmueve, “mueve-con”, provoca, no es posible quedarse inmóvil, no actuar, no intentarlo, es por eso que un hombre se acerca a exhortarlo. Uno cualquiera, del que no conocemos su nombre, un igual a él, capaz de conocer la valentía de la lucha. No hay nombres en este poema, no hay destaques individuales, porque no importan, sólo es un combatiente que ahora es un cadáver y un hombre vivo, que se conmueve, y que dispondrá a todos los hombres a que también reconozcan al combatiente.

Este hombre conmovido ante la muerte de un luchador expresa su pedido y su amor, con todas sus fuerzas, humanas, limitadas, pero apasionadas. Por eso utiliza los signos de exclamación “¡Te amo tanto!”. Estamos hablando del amor a la humanidad, el reconocimiento a la lucha humana, a la batalla que tanto se sufre, al amor cristiano por el prójimo. En este ruego podría verse un reproche velado, como si el que muere lo hiciera por su propia voluntad, porque se le acabaron las fuerzas, porque se deja morir, porque se entrega. Esto es lo que desespera al otro hombre, pero no por su reproche, pierde su condición de combatiente, y toda su admiración.

La estrofa termina con un leit motiv (motivo que se repite, o un estribillo) “pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”. Su ruego es en vano, no cambia su condición de cadáver, lo único que cambia es el gerundio (“muriendo”), ya no es “muerto”. El gerundio permite hacer que el pasado llegue hasta el presente, así se despierta la esperanza, y aunque el cadáver siga muriendo (reiteración del oxímoron, porque si es un cadáver ya está muerto) nunca se pierde la posibilidad de revertir la situación.

Este “¡ay!” que corta el verso en dos, no es claro quién lo expresa, si el cadáver, si el hombre que ruega, o el mismo yo lírico. Tal vez, los tres porque de esa manera, el yo lírico también se une al sufrimiento de esos hombres. Recordemos que necesitamos a Todos los hombres conmovidos, así que también al yo lírico.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
'¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!'
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo

En la estrofa tenemos un cambio: son tres versos, pero ya no es un hombre el que reclama por esa vida, sino dos, y el yo lírico aclara “repiten”. Aunque no dicen lo mismo, de todas formas repiten el desesperado ruego. Ahora se involucran en éste: “no nos dejes”. Una vez más parecería que la posibilidad de volver a la vida fuera voluntaria. Pero ahora apelan a una característica del combatiente, viendo si, tal vez, eso lo mueve otra vez a la lucha: “¡valor!” .

El nexo adversativo “pero” muestra la inutilidad del pedido. Aún no se puede contra la muerte, contra la caída del que luchaba, aún no hay fuerzas que puedan contra la entrega: sigue muriendo. Pero también aún queda la esperanza.

El ruego de estos dos hombres se hace entrecortado por una serie de cesuras que muestran la desesperación de estos, ellos alientan con pasión, con sentencias cortas, con llamados encendidos. La vida tiene que poder contra la muerte, ese es el mensaje para quien ha vivido combatiendo. Y a eso apelan.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Si observamos la progresión de las estrofas hay algunos verbos que llaman la atención por la intensidad que se va formando en el ritmo del poema que parece latir con el ruego de los vivos: "le dijo", "se acercaron doy y repitiéronle", " acudieron... clamando", "le rodearon", "con un ruego común". Todas estas expresiones toman el pulso a la lucha que se da en dos planos, entre los vivos que no aceptan la muerte y el combatiente que está peleando su batalla final. 

Ahora ya no son dos, sino "veinte, cien, mil, quinientos mil", la enumeración en ascenso de cantidades nos muestra el afecto y el poder que tiene ese combatiente. Podría ser cualquiera, pero lo más importante es que fue un luchador en la vida, es deseable que siga luchando hasta el final. La impotencia de quienes reclaman crece y no parece haber nunca algo que pueda parar lo que es inevitable para el hombre. Es por ello que estos hombres, combatientes también, claman, ruegan, como si la voluntad de continuar o no vivo fuera del "cadáver", como si este se hubiera transformado en un dios que estuviera eligiendo morir. Es por ello que los que ruegan se cuestionan "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!". Esta expresión parece hacerse eco con el poeta. Recordemos que Vallejo es de formación cristiana y de alguna manera la está cuestionando. Si Dios es amor, ¿cómo es posible que juntando tantas personas que aman al luchador, no hay nada que evite lo inevitable? 

Entre amor y muerte hay una antítesis que está siempre presente en la Literatura, son tópicos que han angustiado al hombre en diferentes circunstancias tanto sociales como personales. El hombre que ama teme la muerte, porque es la separación del objeto amado. Así, el combatiente que amó la causa, igual que los que ruegan, ahora parece no poder continuar la lucha y por lo tanto abandonarla. 

Este grito de impotencia de los que quedan es un recuerdo de lucha contra lo imposible hasta el último momento, aunque sea la muerte, porque su esencia es ser combatiente. Pero aún así, nada se puede hacer.

Le rodearon millones de individuos,
Con un ruego común: '¡Quédate hermano!'
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

La masa se va formando, ahora no son uno, ni dos, son millones. Ya no se acercan, ahora lo rodean, lo contienen, lo alientan. Ahora ya no son hombres, ahora son individuos. Esto es interesante porque si bien se va formando la masa, ninguno pierde su individualidad, aunque tengan un “ruego común”. Es la voluntad, el amor, el deseo de millones, sin dejar de ser individuos. La suma de cada uno no deja de ser cada uno. Lo que los une es la solidaridad y el amor. Estamos cerca del ideal, del “todos” unidos. Vamos acercándonos, también, al ideal cristiano, todos juntos con una idea en común: “quédate hermano”. La palabra hermano tiene esa connotación cristiana, todos venimos del mismo lugar, todos tenemos el mismo padre, y todos somos combatientes de esta vida, y la lucha de cada uno y de todos es fundamental. Esta idea de unidad es la que predica el Evangelio, llamándose entre ellos “hermanos”.

Otra vez el estribillo muestra que aún no es posible lo imposible. Aún no existe la fuerza que devuelva al combatiente su “deseo” de volver a la vida, que es sinónimo de la lucha.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorpórose lentamente,
abrazó al primer hombre, echóse a andar...

Ahora no son millones, son todos los hombres: se ha formado la masa que tiene el poder de cambiar el rumbo de los acontecimientos. Son “todos los hombres de la tierra”, y es el adverbio “entonces” lo que nos pauta que ahora sí habrá un cambio. Ellos lo rodean, como lo hicieron los millones, pero hay algo diferente: no hablan. Ya no hay palabras. Ya no son necesarias. No son las palabras que reviven al muerto, sino la acción de rodearlo todos los hombres del mundo. Esto que parece oponerse al discurso cristiano, en realidad se complementa, porque la fe entra por la palabra, pero si no tiene acciones, es fe muerta, según el paradigma cristiano. Acá es lo mismo, las palabras sobran, las acciones conmueven. Ahora el cadáver tiene sentimientos, está triste y emocionado. Triste por su derrota, emocionado por el amor que todos están prodigando. Esta es la única posible salvación. El amor común. Esto mueve al cadáver, esto mueve a lo que no es posible ser movido de ninguna manera. Esta unión permite derogar “la ley severa” al decir de Quevedo. El cadáver vuelve a su condición de combatiente y lentamente, vuelve a la lucha abrazándose al primer hombre. A aquel movido a compasión, aquel que le mostró su primer amor, que le recordó quién era. El poema termina con una acción que responde a la acción de todos: “echóse a andar”. Vuelve así a la vida, a la lucha, y lo que parecía imposible se realiza.
Trabajo realizado por Paola De Nigris
Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional.

17 comentarios:

  1. Juan 12:23-25

    "Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado", les contestó Jesús. "Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere, produce mucho fruto. El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo, la conserva para la vida eterna."

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  2. MUCHISIMAS GRACIAS POR TODO EL MATERIAL Y TRABAJO QUE HAS COMPARTIDO EN ESTA PAGINA, ME HA SIDO DE MUCHA AYUDA!! GRACIAS ENORMES!!!

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  3. MUCHISIMAS GRACIAS...ME HA IMPRESIONADO Y ME HA AYUDADO A VER PROFUNDAMENTE EL POEMA...GRACIAS

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  4. muy bueno chuls te pasaste!

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  5. MUY BUENO MUCHISIMAS GRACIAS MASA! PARA TODOS

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  10. Muchas Gracias! De verdad me sirvió mucho para ubicarme en el análisis.
    Saludos desde Perú!

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  11. HOA SOY ANDREA Y ME ENCANTO TU POEMA
    SOY NUEVA CON ESTO DE LOS POEMAS PERO SE RECONOCER UN BUEN POEMA CUANDO LO VEO Y EL TUYO ME ENCANTO

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    1. El análisis es de ella, y es muy bueno. El poema que analiza es de César Vallejo, escritor peruano.

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  12. gracias por el trabajo tan grande que hizo me sirvió de mucha ayuda para mi tarea.

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  13. El análisis es muy bueno. Fortificante para los explotados y mortificante para los que cometen injusticia.

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  14. Muy buena tu línea de lectura, excelente. GRACIAS

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  15. Muchas gracias por este análisis, justo me ayuda con mi trabajo final :D

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  16. Para mí demuestra el amor entre los hombres, pero al mismo tiempo inspira a la lucha, al no dejarse vencer por la pérdida en una batalla.
    El amor, los ideales, la unión hace vencer batallas. La muerte es irreparable, a los vivos corresponde
    Seguir o terminar lo que ellos dejaron y no por voluntad propia.
    El poema lo oí y fue de mucha emoción,
    e intérpreté que ese fue el legado del combatiente al seguir muriendo.



    fuerza

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