viernes, 6 de diciembre de 2019

La caída de Contantinopla

La caída de Constantinopla y la posibilidad de la tragedia


Norma Márquez Puentes.
Estudiante de primer semestre de la licenciatura en letras en la 
Unidad Académica de Letras de la Universidad Autónoma de Zacatecas. 

El propósito de este ensayo es analizar la posibilidad de convertir un texto histórico, "La Caída de Constantinopla, 1453" de Sir Steven Runciman, en una tragedia griega usando los parámetros establecidos por Aristóteles en "La Poética". Cuando se habla del esplendor de los reyes y heroes de la cultura Griega y Romana se recuerda quizá a Leónidas, pero nunca nadie habla de Constantino XI, último rey del imperio Bizantino. ¿Es posible hacer una tragedia griega con la caída del último heredero de los césares de Roma?
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miércoles, 4 de diciembre de 2019

Análisis del Salmo 1

Libro de los Salmos


Análisis realizado por la Prof. Paola De Nigris



Este libro, también llamado Salterio, está formado por las composiciones poéticas del pueblo hebreo, realizadas durante todo el Antiguo Testamento. Cada poema, llamado Salmo, es una unidad en sí misma y refleja las intimidades del alma en una búsqueda de comunicación con Dios. Es por eso que muchas de ellas son oraciones elevadas a Jehová, como alabanza, como ruego, como búsqueda de respuestas a situaciones vividas personales o colectivas.
La mayoría de los salmos se le atribuyen a David, pero hay otros salmos atribuidos a Asaf, a los hijos de Coré, a Salomón, a Moisés, entre otros.
La crítica ha hecho diferentes clasificaciones de los salmos, tal vez la más clara sería:
1. Históricos: que se conectan con algún hecho puntual de la historia de Israel.
2. Mesiánicos: que tratan, en forma figurada, los sufrimientos del Mesías y las glorias posteriores.
3. Proféticos o Milenarios: que señalan el futuro del pueblo de Israel en la tribulación.
4. Penitencial: que recuerda los pecados del salmista y su ruego por perdón.
5. Imprecatorio: que implora a Dios que tome venganza sobre los enemigos de su pueblo.
6. Adoración y Alabanza: que recuerdan y reconocen la condición humana frente a la la misericordia de Dios. Baste decir que la misericordia es el amor de Dios que se ve conmovido a actuar a causa de la miseria del hombre.
Toda la escritura bíblica está escrita en versículos que son, según la Real Academia, divisiones breves o versos de un poema escrito sin rima ni metro fijo, generalmente largo y con una unidad de sentido. Se asocia esta palabra a las Escrituras Sagradas.
Salmo 1
1 Bienaventurado el varón que
no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Antes en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
3 Y será como el árbol plantado junto á arroyos de aguas,
Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
4 No así los malos: Sino como el tamo
que arrebata el viento.
5 Por tanto no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.
Tema y estructura del Salmo 1
Este salmo está dividido en seis versículos, los primeros tres hablarán del camino de los justos y su recompensa, y los últimos tres del camino de los pecadores y su fin, marcando claramente que existen dos caminos a seguir y que el hombre elige transitar por uno de ellos, pero nunca se puede transitar por los dos a la vez. De allí que la división es clara, y el tema podría encuadrarse en la justicia de Dios. Dios dará al hombre conforme al camino que ha elegido, teniendo cada elección su consecuencia.
Por lo dicho anteriormente, el salmo 1 es el salmo introductorio del libro, porque funda las bases de la moral judaica, siendo su pilar fundamental lo que el Antiguo Testamento llama el “Temor de Dios”, que se traduce en respeto, reverencia, alabanza, reconocimiento y cuidado de sus ordenanzas, reconociendo quién es el hombre y quién es Dios. Este es el principio que separa al justo del pecador, al pío del impío.
No está demás aclarar que el pecador o el impío es aquel que trasgrede la ley de Dios, aquel que no lo respeta, ni lo tiene en cuenta, aquel que no tiene temor de Dios. Para la concepción judeo cristiana, todos los hombres son pecadores, desde el huerto del Edén, cuando decidieron desobedecer la palabra de Dios de no comer del fruto del bien y del mal. Esa decisión llevó a la caída del hombre y todos los que vinieron después de Adán no tienen en el corazón el temor de Dios, sino más bien, tienden, siempre a desobedercerlo. El fundamento del mesianismo, es justamente la aparición de un Mesías que salve al hombre de aquel primer error y lo reconcilie con Dios. Para los Judíos, ese Mesías aún no ha llegado, para los Cristianos, el Mesías es Cristo y con Él es posible la reconciliación con el Padre y la limpieza de todos los pecados.
Pero en el momento que se escriben los salmos, se espera al Mesías, y todo recae en la voluntad del hombre de no dejarse llevar por el camino de los pecadores.
El justo: versículos 1 - 3
1 Bienaventurado el varón que
no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
El poema comienza con la palabra “bienaventurado” que en otras versiones se traduce como “felices”. Esta palabra se utiliza también en el Nuevo Testamento, cuando Cristo en el Sermón del Monte habla de las conocidas “bienaventuranzas” (Mateo 5). También se utiliza esta palabra en varios proverbios. El término se refiere a la prosperidad o felicidad que percibe quien es favorecido por alguien superior, aunque no siempre se la asocia con la felicidad. Por ejemplo en Job 5:17-18 se habla del hombre bienaventurado porque recibe el castigo de Dios y no menosprecia su corrección. 
En sí, ser “bienaventurado” tiene que ver con ser bendecido por Dios, tener una “buena ventura”, aún cuando sea para castigo o para socorro, siempre es bueno andar por el camino de los justos, es por ello que el salmo comienza asegurando la promesa de su presencia siempre que el hombre no elija caminar por la senda de los perversos.
Este versículo está estructurado a partir de un paralelismo. Esta es una figura literaria que consiste en la utilización de expresiones que se encadenan a través del sentido, pero que se dividen en hemistiquios. Existen varios tipos de paralelismos. Los más conocidos son tres: sinonímico, antitético y sintético. El primero utiliza expresiones sinónimas repitiendo la idea con diferentes palabras. El segundo utiliza dos ideas que se oponen. El tercero utiliza ideas que se van complementando. En este caso, a pesar de la proliferación de las conjunciones negativas (“no… ni”), nos encontramos ante un paralelismo sintético, pero a través de una antítesis. Se define al varón justo, pero no se lo hace a través de lo que debería hacer, sino en relación a lo que no haría. En esa enumeración de lo que no corresponde a un justo es que cobra sentido el paralelismo sintético, porque cada idea va a complementar la anterior.
Observemos la forma en que se define al varón justo. En primer lugar no se deja llevar por el “consejo de malos”, no presta su oído a escuchar cosas que encierran maldad, no piensa en hacer el mal, en vengarse o en desearle el mal a otros. Elije separarse cerrando sus oídos y su entendimiento a aquello que sería un daño para otros. Este es un mandamiento moral, que comienza con algo tan tímido como ser prestar el oído y considerar aquello que haría daño.
Pero en la segunda idea ya no habla solo de oír, sino de caminar con los pecadores. Esto implica una acción más comprometida por parte de quien prestó su oído. Es como si fuera la consecuencia obvia de quien escuchó y consideró a las palabras perversas del injusto o impío. Por ello es un paralelismo sintético, porque ya no solo escucha sino que anda con él. El justo cierra sus oídos y elige un camino diferente.
La tercera idea es mayor aún que las anteriores, porque ya no sólo oyó y caminó, sino que se sentó, se quedó cómodamente con aquellos que suelen burlarse, por eso “escarnecedores”, de los otros, pero también de Dios, que se concibe en esta cultura como el creador de todas las cosas. Así pues también del hombre. Elige morar, sentarse, compartir el pan, la mesa, de aquellos que se burlan de la ley divina. Por lo tanto, cuando al principio hablábamos de la falta de temor de Dios, nos referíamos a esto mismo, el impío no tiene respeto por el otro, por lo tanto tampoco lo tendrá para con Jehová.
Los verbos que utiliza este paralelismo “anduvo”, “estuvo”, “se ha sentado” muestran una enumeración progresiva de aquel que ha torcido su camino, yéndose por la senda equivocada. El justo, por tener el temor de Dios, tendrá la sabiduría para no hacer esas cosas que el salmo advierte desde su primer versículo.
2 Antes en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
El justo, que se aparta del camino de los pecadores, es ahora definido por sus acciones positivas, por eso se utiliza el adverbio “antes”, por sobre todas las cosas, en primer lugar, elije y su elección es la ley de Jehová. Su accionar, antitético al del versículo 1 (contrario) es meditar siempre en la palabra de Dios que es para el salmista su delicia. Utilizando una sinestecia, si se quiere, el salmista asocia la ley, que sería algo que entra por el oir o el ver y lo vincula con una palabra relacionada con el gusto, dando a entender que la ley de Dios no sólo se lee o se escucha, sino que también se saborea y forma parte del accionar cotidiano del hombre. Es por ello que el salmista “medita de día y de noche”, una nueva antítesis que cierra el ciclo, dejando en claro que esa ley es disfrutada constantemente por él, y justamente esa la garantía de andar por el camino recto.
3 Y será como el árbol plantado junto á arroyos de aguas,
Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
El último versículo de la descripción del varón recto termina con una imagen que da cuenta de la promesa que tiene quien elige caminar por esa senda. La imagen se presenta en forma de comparación, de allí el nexo “como”. El varón recto, limpio, temeroso de Dios será como el árbol, y a partir de un nuevo paralelismo sintético, el salmista va construyendo la imagen de este árbol, frondoso, sano, bien plantado, porque está jundo al arroyo. El agua, símbolo de vida, es también símbolo de la palabra de Dios en múltiples pasajes de la Biblia. Así pues crecerá sano, fuerte y arraigado porque está alimentado de la palabra en la que medita día y noche.
Este árbol, no solo tendrá estas características que ya son buenas para él, sino también dará “fruto en su tiempo”, es decir que será fértil, que alimentará a otros, que será útil para otros. Pensemos que el camino de los malos, en el versículo 1, era el de burlarse de los otros, pensar mal de ellos, en cambio en esta imagen hay vida que ayuda a sostener a otras vidas, las alimenta.
Y termina con una promesa “su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. No hay corrupción y muerte para ese árbol, sino que será perpetuamente un aliento para todos los que bajo su sombra se amparen. No pasará por la desprotección del invierno, figura de los momentos hostiles, sino que siempre estará próspero, siempre estará así porque está alimentando sus raíces con las aguas de vida, figura de la ley de Jehová. Antes habíamos visto que la palabra “bienaventurado” no solo se refería al bien, también puede asociarse a momentos difíciles. La bienaventuranza no es la felicidad ni la prosperidad humana, sino el saber que Jehová está con el justo siempre, así pues no importa las circunstancias, nada hará mover o caer a ese árbol.
El pecador: versículos 4 – 6
4 No así los malos: Sino como el tamo
que arrebata el viento.
En el versículo 4 aparece la figura de los malos, en plural, encontraposición al varón justo en singular. Esto nos muestra, en principio, que la elección del varón justo, siempre será solitaria, mientras que la de los pecadores parece siempre estar llena de gente, tal vez ese es el precio de la separación. Al justo se lo empezó definiéndose por lo que no hacía y se lo terminó comparándo con la imagen del árbol fuertemente arraigado, ahora se comienza a definir a los pecadores por una imagen antitética a la anterior y se terminará por lo que no harán los pecadores.
La imagen que se utiliza es el “tamo” que según la Real Academia es “polvo o paja muy menuda de varias semillas trilladas”. Podemos ver la antítesis entre la grandeza del árbol del versículo anterior, y la pequeñez de esta imagen con que se define a los impíos. Ellos son insignificantes, aunque se burlen y maltraten de hecho o de pensamiento a los otros. Lo son porque van por el camino torcido y porque desprecian la ley de Jehová, burlándose también de ella. No hay en ellos vida, son “semillas trilladas”, infértiles ya, que se dejan llevar de un lugar a otro, y que no llevarán nada bueno, ningún fruto que alimentar a otros. Son representaciones de la muerte, aunque estén en movimiento por fuerzas que ni siquiera controlan, como ser el viento.
Podemos pensar en la contraposición de las imágenes y mientras una está quieta y útil, la otra se mueve pero es inútil, y ni siquiera se mueve por su propia voluntad.
5 Por tanto no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
Luego de presentada esta penosa imagen de los pecadores, el salmista, en forma quiásmica (estructura de espejo) comienza a decir lo que no podrán hacer estos hombres. Para entender la figura del quiasmo, tenemos que pensar en la estructura de espejo: ab/ba, si decimos que “a” es lo que no será y “b” lo que será, podemos ver como el versículo 1 es “a”, el 2 y 3 es “b”; y en relación a los malos, el versículo 4 es “b” y el 5 “a”; así pues, la estructura queda ab/ba.
Los malos no tendrán lugar en el lugar de los justos. La brecha que los separa se agranda. No estarán en el juicio de ellos, no tendrán parte ni voz en el lugar en que se congregan, se juntan, se hermanan los varones de recto camino. Aquellos que trasgreden la ley de Dios, no tendrán parte en la justicia divina. Por eso decíamos que el tema del salmo no sólo era el camino que se escogía, sino la justicia de Dios, que no permitirá que los impíos se mezclen con el hombre que se ha esforzado por deleitarse día y noche en su palabra, teniendo temor de Dios.
6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.
Por esta razón el salmo culmina con un versículo 6 que lo resume todo. Dios, por encima del hombre, tiene la cualidad de ser omnisciente, es decir, lo conoce todo, conoce el camino de los píos y de los impíos, y como por sobre toda las cosas es justo, hará justicia ante uno u otro. Dará a cada quien lo que merece conforme a su elección. Así pues, el salmo termina, no sólo confirmando la promesa para los justos, sino también condenando a los injustos. Estos perecerán, morirán. Para el hombre, la justicia es un tema difícil y doloroso. En este salmo, el salmista pone el tema en manos de Dios, confiando plenamente en su justicia, sabiendo que él conoce todas las cosas.

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