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miércoles, 23 de septiembre de 2020

Información general de la Biblia. Génesis I. Prof. Mingroni

 


Haz click en: Información general. Capítulo I del Génesis.

La información general planteada en este enlace es estrictamente elegida y jerarquizada por la Prof. Sara Mingroni.

Sabemos que el estudio de la Biblia puede realizarse desde diferentes puntos de vista, incluso con diferentes argumentaciones. La Prof. elige la jerarquización y la interpretación de la información desde un punto de vista literario, adecuada a la formación Secundaria, revisando especialmente el Capítulo I del Génesis.

Parábola de Hijo Pródigo. Prof. Sara Mingroni

 


Haz click en: Parábola del Hijo Pródigo. Lucas XV

Este trabajo está realizado por la Prof. Sara Mingroni. Haz "click" en el link superior.

Libro de Génesis - Prof. Sara Mingroni

 


Haz click en: Análisis del Capítulo II y III

Este análisis se puede leer haciendo "click" sobre el link.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Análisis del Salmo 1

Libro de los Salmos


Análisis realizado por la Prof. Paola De Nigris



Este libro, también llamado Salterio, está formado por las composiciones poéticas del pueblo hebreo, realizadas durante todo el Antiguo Testamento. Cada poema, llamado Salmo, es una unidad en sí misma y refleja las intimidades del alma en una búsqueda de comunicación con Dios. Es por eso que muchas de ellas son oraciones elevadas a Jehová, como alabanza, como ruego, como búsqueda de respuestas a situaciones vividas personales o colectivas.
La mayoría de los salmos se le atribuyen a David, pero hay otros salmos atribuidos a Asaf, a los hijos de Coré, a Salomón, a Moisés, entre otros.
La crítica ha hecho diferentes clasificaciones de los salmos, tal vez la más clara sería:
1. Históricos: que se conectan con algún hecho puntual de la historia de Israel.
2. Mesiánicos: que tratan, en forma figurada, los sufrimientos del Mesías y las glorias posteriores.
3. Proféticos o Milenarios: que señalan el futuro del pueblo de Israel en la tribulación.
4. Penitencial: que recuerda los pecados del salmista y su ruego por perdón.
5. Imprecatorio: que implora a Dios que tome venganza sobre los enemigos de su pueblo.
6. Adoración y Alabanza: que recuerdan y reconocen la condición humana frente a la la misericordia de Dios. Baste decir que la misericordia es el amor de Dios que se ve conmovido a actuar a causa de la miseria del hombre.
Toda la escritura bíblica está escrita en versículos que son, según la Real Academia, divisiones breves o versos de un poema escrito sin rima ni metro fijo, generalmente largo y con una unidad de sentido. Se asocia esta palabra a las Escrituras Sagradas.
Salmo 1
1 Bienaventurado el varón que
no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Antes en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
3 Y será como el árbol plantado junto á arroyos de aguas,
Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
4 No así los malos: Sino como el tamo
que arrebata el viento.
5 Por tanto no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.
Tema y estructura del Salmo 1
Este salmo está dividido en seis versículos, los primeros tres hablarán del camino de los justos y su recompensa, y los últimos tres del camino de los pecadores y su fin, marcando claramente que existen dos caminos a seguir y que el hombre elige transitar por uno de ellos, pero nunca se puede transitar por los dos a la vez. De allí que la división es clara, y el tema podría encuadrarse en la justicia de Dios. Dios dará al hombre conforme al camino que ha elegido, teniendo cada elección su consecuencia.
Por lo dicho anteriormente, el salmo 1 es el salmo introductorio del libro, porque funda las bases de la moral judaica, siendo su pilar fundamental lo que el Antiguo Testamento llama el “Temor de Dios”, que se traduce en respeto, reverencia, alabanza, reconocimiento y cuidado de sus ordenanzas, reconociendo quién es el hombre y quién es Dios. Este es el principio que separa al justo del pecador, al pío del impío.
No está demás aclarar que el pecador o el impío es aquel que trasgrede la ley de Dios, aquel que no lo respeta, ni lo tiene en cuenta, aquel que no tiene temor de Dios. Para la concepción judeo cristiana, todos los hombres son pecadores, desde el huerto del Edén, cuando decidieron desobedecer la palabra de Dios de no comer del fruto del bien y del mal. Esa decisión llevó a la caída del hombre y todos los que vinieron después de Adán no tienen en el corazón el temor de Dios, sino más bien, tienden, siempre a desobedercerlo. El fundamento del mesianismo, es justamente la aparición de un Mesías que salve al hombre de aquel primer error y lo reconcilie con Dios. Para los Judíos, ese Mesías aún no ha llegado, para los Cristianos, el Mesías es Cristo y con Él es posible la reconciliación con el Padre y la limpieza de todos los pecados.
Pero en el momento que se escriben los salmos, se espera al Mesías, y todo recae en la voluntad del hombre de no dejarse llevar por el camino de los pecadores.
El justo: versículos 1 - 3
1 Bienaventurado el varón que
no anduvo en consejo de malos,
Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
El poema comienza con la palabra “bienaventurado” que en otras versiones se traduce como “felices”. Esta palabra se utiliza también en el Nuevo Testamento, cuando Cristo en el Sermón del Monte habla de las conocidas “bienaventuranzas” (Mateo 5). También se utiliza esta palabra en varios proverbios. El término se refiere a la prosperidad o felicidad que percibe quien es favorecido por alguien superior, aunque no siempre se la asocia con la felicidad. Por ejemplo en Job 5:17-18 se habla del hombre bienaventurado porque recibe el castigo de Dios y no menosprecia su corrección. 
En sí, ser “bienaventurado” tiene que ver con ser bendecido por Dios, tener una “buena ventura”, aún cuando sea para castigo o para socorro, siempre es bueno andar por el camino de los justos, es por ello que el salmo comienza asegurando la promesa de su presencia siempre que el hombre no elija caminar por la senda de los perversos.
Este versículo está estructurado a partir de un paralelismo. Esta es una figura literaria que consiste en la utilización de expresiones que se encadenan a través del sentido, pero que se dividen en hemistiquios. Existen varios tipos de paralelismos. Los más conocidos son tres: sinonímico, antitético y sintético. El primero utiliza expresiones sinónimas repitiendo la idea con diferentes palabras. El segundo utiliza dos ideas que se oponen. El tercero utiliza ideas que se van complementando. En este caso, a pesar de la proliferación de las conjunciones negativas (“no… ni”), nos encontramos ante un paralelismo sintético, pero a través de una antítesis. Se define al varón justo, pero no se lo hace a través de lo que debería hacer, sino en relación a lo que no haría. En esa enumeración de lo que no corresponde a un justo es que cobra sentido el paralelismo sintético, porque cada idea va a complementar la anterior.
Observemos la forma en que se define al varón justo. En primer lugar no se deja llevar por el “consejo de malos”, no presta su oído a escuchar cosas que encierran maldad, no piensa en hacer el mal, en vengarse o en desearle el mal a otros. Elije separarse cerrando sus oídos y su entendimiento a aquello que sería un daño para otros. Este es un mandamiento moral, que comienza con algo tan tímido como ser prestar el oído y considerar aquello que haría daño.
Pero en la segunda idea ya no habla solo de oír, sino de caminar con los pecadores. Esto implica una acción más comprometida por parte de quien prestó su oído. Es como si fuera la consecuencia obvia de quien escuchó y consideró a las palabras perversas del injusto o impío. Por ello es un paralelismo sintético, porque ya no solo escucha sino que anda con él. El justo cierra sus oídos y elige un camino diferente.
La tercera idea es mayor aún que las anteriores, porque ya no sólo oyó y caminó, sino que se sentó, se quedó cómodamente con aquellos que suelen burlarse, por eso “escarnecedores”, de los otros, pero también de Dios, que se concibe en esta cultura como el creador de todas las cosas. Así pues también del hombre. Elige morar, sentarse, compartir el pan, la mesa, de aquellos que se burlan de la ley divina. Por lo tanto, cuando al principio hablábamos de la falta de temor de Dios, nos referíamos a esto mismo, el impío no tiene respeto por el otro, por lo tanto tampoco lo tendrá para con Jehová.
Los verbos que utiliza este paralelismo “anduvo”, “estuvo”, “se ha sentado” muestran una enumeración progresiva de aquel que ha torcido su camino, yéndose por la senda equivocada. El justo, por tener el temor de Dios, tendrá la sabiduría para no hacer esas cosas que el salmo advierte desde su primer versículo.
2 Antes en la ley de Jehová está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
El justo, que se aparta del camino de los pecadores, es ahora definido por sus acciones positivas, por eso se utiliza el adverbio “antes”, por sobre todas las cosas, en primer lugar, elije y su elección es la ley de Jehová. Su accionar, antitético al del versículo 1 (contrario) es meditar siempre en la palabra de Dios que es para el salmista su delicia. Utilizando una sinestecia, si se quiere, el salmista asocia la ley, que sería algo que entra por el oir o el ver y lo vincula con una palabra relacionada con el gusto, dando a entender que la ley de Dios no sólo se lee o se escucha, sino que también se saborea y forma parte del accionar cotidiano del hombre. Es por ello que el salmista “medita de día y de noche”, una nueva antítesis que cierra el ciclo, dejando en claro que esa ley es disfrutada constantemente por él, y justamente esa la garantía de andar por el camino recto.
3 Y será como el árbol plantado junto á arroyos de aguas,
Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.
El último versículo de la descripción del varón recto termina con una imagen que da cuenta de la promesa que tiene quien elige caminar por esa senda. La imagen se presenta en forma de comparación, de allí el nexo “como”. El varón recto, limpio, temeroso de Dios será como el árbol, y a partir de un nuevo paralelismo sintético, el salmista va construyendo la imagen de este árbol, frondoso, sano, bien plantado, porque está jundo al arroyo. El agua, símbolo de vida, es también símbolo de la palabra de Dios en múltiples pasajes de la Biblia. Así pues crecerá sano, fuerte y arraigado porque está alimentado de la palabra en la que medita día y noche.
Este árbol, no solo tendrá estas características que ya son buenas para él, sino también dará “fruto en su tiempo”, es decir que será fértil, que alimentará a otros, que será útil para otros. Pensemos que el camino de los malos, en el versículo 1, era el de burlarse de los otros, pensar mal de ellos, en cambio en esta imagen hay vida que ayuda a sostener a otras vidas, las alimenta.
Y termina con una promesa “su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. No hay corrupción y muerte para ese árbol, sino que será perpetuamente un aliento para todos los que bajo su sombra se amparen. No pasará por la desprotección del invierno, figura de los momentos hostiles, sino que siempre estará próspero, siempre estará así porque está alimentando sus raíces con las aguas de vida, figura de la ley de Jehová. Antes habíamos visto que la palabra “bienaventurado” no solo se refería al bien, también puede asociarse a momentos difíciles. La bienaventuranza no es la felicidad ni la prosperidad humana, sino el saber que Jehová está con el justo siempre, así pues no importa las circunstancias, nada hará mover o caer a ese árbol.
El pecador: versículos 4 – 6
4 No así los malos: Sino como el tamo
que arrebata el viento.
En el versículo 4 aparece la figura de los malos, en plural, encontraposición al varón justo en singular. Esto nos muestra, en principio, que la elección del varón justo, siempre será solitaria, mientras que la de los pecadores parece siempre estar llena de gente, tal vez ese es el precio de la separación. Al justo se lo empezó definiéndose por lo que no hacía y se lo terminó comparándo con la imagen del árbol fuertemente arraigado, ahora se comienza a definir a los pecadores por una imagen antitética a la anterior y se terminará por lo que no harán los pecadores.
La imagen que se utiliza es el “tamo” que según la Real Academia es “polvo o paja muy menuda de varias semillas trilladas”. Podemos ver la antítesis entre la grandeza del árbol del versículo anterior, y la pequeñez de esta imagen con que se define a los impíos. Ellos son insignificantes, aunque se burlen y maltraten de hecho o de pensamiento a los otros. Lo son porque van por el camino torcido y porque desprecian la ley de Jehová, burlándose también de ella. No hay en ellos vida, son “semillas trilladas”, infértiles ya, que se dejan llevar de un lugar a otro, y que no llevarán nada bueno, ningún fruto que alimentar a otros. Son representaciones de la muerte, aunque estén en movimiento por fuerzas que ni siquiera controlan, como ser el viento.
Podemos pensar en la contraposición de las imágenes y mientras una está quieta y útil, la otra se mueve pero es inútil, y ni siquiera se mueve por su propia voluntad.
5 Por tanto no se levantarán los malos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos.
Luego de presentada esta penosa imagen de los pecadores, el salmista, en forma quiásmica (estructura de espejo) comienza a decir lo que no podrán hacer estos hombres. Para entender la figura del quiasmo, tenemos que pensar en la estructura de espejo: ab/ba, si decimos que “a” es lo que no será y “b” lo que será, podemos ver como el versículo 1 es “a”, el 2 y 3 es “b”; y en relación a los malos, el versículo 4 es “b” y el 5 “a”; así pues, la estructura queda ab/ba.
Los malos no tendrán lugar en el lugar de los justos. La brecha que los separa se agranda. No estarán en el juicio de ellos, no tendrán parte ni voz en el lugar en que se congregan, se juntan, se hermanan los varones de recto camino. Aquellos que trasgreden la ley de Dios, no tendrán parte en la justicia divina. Por eso decíamos que el tema del salmo no sólo era el camino que se escogía, sino la justicia de Dios, que no permitirá que los impíos se mezclen con el hombre que se ha esforzado por deleitarse día y noche en su palabra, teniendo temor de Dios.
6 Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá.
Por esta razón el salmo culmina con un versículo 6 que lo resume todo. Dios, por encima del hombre, tiene la cualidad de ser omnisciente, es decir, lo conoce todo, conoce el camino de los píos y de los impíos, y como por sobre toda las cosas es justo, hará justicia ante uno u otro. Dará a cada quien lo que merece conforme a su elección. Así pues, el salmo termina, no sólo confirmando la promesa para los justos, sino también condenando a los injustos. Estos perecerán, morirán. Para el hombre, la justicia es un tema difícil y doloroso. En este salmo, el salmista pone el tema en manos de Dios, confiando plenamente en su justicia, sabiendo que él conoce todas las cosas.

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viernes, 11 de febrero de 2011

Biblia - Lucas 15 - Parábola de la misericordia (texto)

Lucas 15
 1Y SE llegaban á él todos los publicanos y pecadores á oirle.
    2Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores recibe, y con ellos come.
    3Y él les propuso esta parábola, diciendo:
    4¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta que la halle?
    5Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso;
    6Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido.
    7Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento.
    8¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla?
    9Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido.
    10Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
    11Y dijo: Un hombre tenía dos hijos;
    12Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió la hacienda.
    13Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente.
    14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar.
    15Y fué y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió á su hacienda para que apacentase los puercos.
    16Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba.
    17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
    18Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;
    19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como á uno de tus jornaleros.
    20Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle.
    21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
    22Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies.
    23Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta:
    24Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse.
    25Y su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas;
    26Y llamando á uno de los criados, preguntóle qué era aquello.
    27Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo.
    28Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
    29Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos:
    30Mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras, has matado para él el becerro grueso.
    31El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
    32Mas era menester hacer fiesta y holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado.
   
 Edición Reina Varela antigua

Biblia - Análisis de la parábola de la misericordia

Parábola de la misericordia

Trabajo realizado por la Prof. Paola De Nigris

Tema y estructura:

El tema del capítulo tiene que ver con la redención y la alegría que eso provoca en el cielo. Por el pecado cometido en el paraíso por Adán, el hombre nace perdido, ya que por él, se ha apartado el deseo de estar con Dios, se ha rebelado contra Él. Al darle la espalda a Dios, todos los hombres que vinieron de su simiente también lo hacen. Aquel fruto que como Adán pertenecía al árbol del bien y del mal, su pecado original es la desobediencia, que incita al hombre a creer que puede juzgar las cosas por sí mismo sin equivocarse. La promesa del fruto era el conocimiento “Sereís como dioses” les promete la serpiente que los engaña. El hombre así se aparta del consejo de Dios, y como hijo rebelde, decide no obedecerlo, aún cuando Dios como padre amoroso quiere lo mejor para el hombre. Aunque él se haya apartado, Dios no los abandona nunca y por eso elige mensajeros para que hablen por él.

Este capítulo habla a todos los hombres, publicanos, pecadores, fariseos y escribas, es decir, aquellos que conocían la palabra y aquellos que tal vez no. En su mensaje trata de trasmitir cuán feliz se ponen en el cielo cuando un alma se salva, llega al arrepentimiento y reconoce su falta. Esto sucede porque el hombre reconoce así la grandeza de Dios. Los ángeles se alegran porque ellos no saben lo que significa ignorar a Dios. Los únicos que lo han hecho han sido los que se rebelaron, y su falta es mayor porque sabían de su existencia, y aún así han elegido desobedecerlo, entre ellos está Satanás.

La salvación, el arrepentimiento, la redención es lo más importante de este capítulo y es la enseñanza que Jesús deja en este episodio. Lo hace a través de tres parábolas: la de la oveja, la del dracma y la del hijo pródigo.

Una parábola es un cuento que tiene por principio dejar una enseñanza. Esto cuentos eran sencillos y familiares a quienes lo escuchaban, pero su mensaje es trascendente y lleva a la reflexión de quién escucha, porque no se escucha con el entendimiento sino con el corazón. Los discípulos le preguntaban a Cristo: “ ¿Por qué les hablas por parábolas? Y él respondiendo, les dijo: Por que á vosotros es concedido saber los misterios del reino de los cielos; mas á ellos no es concedido… Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.”(Mt.13:10-11,13). El mensaje es oculto pero no para quién tiene el corazón dispuesto a oír.

El público (Lc.15:1-2)

Decíamos anteriormente que quienes se llegaban a escuchar a Jesús eran publicanos, pecadores, Fariseos y escribas. Hagamos una distinción en este público que rodea a Jesús.

Los publicanos, como ya dijimos eran los que recaudaban impuestos para el imperio romano que ocupaba el territorio por estas épocas. Estos eran empleados que obtenían el favor del gobierno, y que por lo general cobraban cuatro veces más de lo que le mandaba el gobierno. Por lo tanto se quedaban con el resto para su propio beneficio. En la época se los consideraban ladrones, porque si bien pertenecían al pueblo judío, explotaban al sus “hermanos”, también los estafaban “legalmente”. Esto era de público conocimiento. Jesús había dicho, de forma muy controvertida para los religiosos, que “los publicanos y las rameras os van delante en el reino de Dios” (Mt.21:31). Esto resulta subversivo si pensamos en la mentalidad de hombres como los Fariseos, pero lo que Cristo quería decir que estos tenían más facilidad para arrepentirse porque sabían que estaban haciendo algo mal.

Así también sucede con los pecadores. Estos son los que más se acercan a Cristo porque su mensaje les resulta esperanzador y amoroso. En su mensaje se presenta a un Dios que ama y perdona, no juzga, si el hombre es capaz de arrepentirse, por lo tanto existe para ellos una posibilidad de redención que los escribas y los fariseos parecían negarles. Cristo se rodea de estos hombres, porque son los que más necesitan escuchar esta “buena nueva”.

Los otros dos grupos que se acercan, no parecen hacerlo realmente por el mensaje amoroso y esperanzador, sino con una mirada crítica. Intentan buscar con qué juzgar a Jesús. No buscan su salvación propia porque ya se creen salvos, sino que critican que quien se dice Hijo de Dios, y Mesías, sea capaz de acercarse y hablarle a estas personas que ellos consideran despreciables.

Estos dos versículos del principio son muy importantes para explicar el tema del capítulo. A todos les habla Jesús, a los publicanos y pecadores, para que sepan que pueden arrepentirse y que eso traerá inmensa felicidad al cielo; y a los fariseos y escribas para que se den cuenta que lo más importante es lo de adentro y no el exterior. Que la verdadera felicidad está en salvar a un alma perdida y no en parecer perfectos.

Los Fariseos eran una secta que cumplía estrictamente todos los mandamientos de la ley de Moisés. Se jactaban de hacerlo a la perfección, y consideraban que ya por eso eran salvos. Pero no se preocupaban por saber realmente cuál era el fondo de esa ley, es decir, qué quería decir realmente. Cristo los llama “sepulcros blanqueados”, porque tienen apariencia de santos por fuera pero por dentro están muertos. Sus ritos no tienen ningún contenido, ya que no han entendido lo principal: Dios es amor, como lo dirá en su epístola Juan, y su interés no es condenar al hombre, sino salvarlo.

Los escribas son aquellos que tenían el propósito de conservar la Biblia, la conocían y la predicaban. Por lo general pertenecían a los Fariseos. La conocían muy bien, lo que no quiere decir que meditaran en ella, sino que más bien exigían que se cumpliera al pie de la letra. Es por esto que estos dos grupos criticaban la forma en que Cristo se comportaba: “Este a los pecadores recibe, y con ellos come”. No entendía que era lo que realmente estaba haciendo, porque les daba tanta importancia, si al fin y al cabo, ellos eran quienes creían estar más cerca de Dios, por su comportamiento intachable a los ojos de la ley mosaica. 
A veces se conoce este pasaje como "las parábolas de la misericordia" como si fueran tres, sin embargo, si leemos atentamente el versículo 3 de este capítulo vemos que Jesús dice "y les propuso esta parábola", por lo tanto cabe pensar que no son tres parábolas sino una sola que están unidas por la misma temática. Es como si Jesús fuera dando tres ejemplo que afinan el concepto de misericordia.

Primera ejemplo: la oveja (Lc.15:3-7)

Estas parábolas parecen ser una explicación para los Fariseos y los escribas de lo que deberían hacer, y no tanto de lo que hacen. Ellos que creyéndose tan perfectos, no han entendido cuál es el verdadero propósito de su función en el mundo.

Aquí Jesús habla de cien ovejas, por ser estos animales comunes en el entorno en de campesinos. Las ovejas son animales inofensivos, que necesitan de quién las guíe. Muchas veces se ha asociado al cristiano con las ovejas, cuando el mismo Cristo dice: “Yo soy el buen Pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas” (Jn.10:11). Las ovejas tiene la particular de no poder ver claramente a causa de la lana que tapa sus ojos, por lo tanto se guían por la voz de quien pastorea, de allí la similitud con el cristiano.

Estas son muchas ovejas, pero eso no tiene importancia, basta con que una sola se haya perdido para que el Pastor sienta que debe recuperarla, porque esta puede encontrarse en peligro, por las amenazas de los depredadores. La similitud es clara, la oveja se fue porque escuchó otra voz, o porque no escuchó la del pastor. Recordemos que así se perdió el hombre en el Edén, por no querer escuchar la voz de Dios. A su vez en la epístola de Pedro, al diablo se lo relaciona con un “león rugiente” que “anda alrededor buscando a quien devore” (1P.5:8).

La parábola está planteada en forma de pregunta para que la reflexión los lleve al interior de sus corazones, y los invite a ponerse en su lugar.

Una vez hallada la oveja la felicidad es inmensa para el pastor quien la carga e invita a sus amigos a celebrar con él haberla hallado. Lo que movió al pastor fue la misericordia, que significa “amor a la miseria”. El pastor comprendió el peligro en que la oveja se encontraba y no estaba dispuesto a dejarla así, sin darle socorro. De la misma manera Dios busca a los hombres que se pierden, porque no pretende dejarlos que sufran por las acechanzas del diablo. Así es que la parábola termina con la fiesta, no sólo en la tierra sino también en el cielo. “Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento” (v.7), es el arrepentimiento el camino de regreso a Dios, es la posibilidad de volver a encontrar la tranquilidad que Dios brinda al hombre que elige estar a su lado. Ese sirve a Dios para encontrar a esas almas que se han perdido, y como los vecinos deberían celebrar su regreso al camino correcto.

Segunda ejemplo: el dracma

La segunda parábola tiene una particularidad, ha bajado el número de los elementos involucrados en ella, ya no son cien ovejas, ahora son diez dracmas. Esto ya nos reafirma que poco importa el número que se tenga, basta una sola para que quien la pierda tenga la responsabilidad de buscarla con ahínco.

Es en esta parábola que se muestra, justamente, el ahínco de la mujer. No acepta la situación fácilmente: enciende la luz, barre, busca con diligencia. La moneda no está acá en peligro, como sucedía con la oveja, pero es valiosa para la mujer. Tal vez su valor no radique necesariamente en lo monetario, sino en lo difícil que es ganarlo. Cada dracma era el salario de un día, por lo tanto, lo que importa no sólo es su cantidad, sino lo que costó tenerlo, ¿cómo puede abandonarse así nomás?, sería como abandonar el esfuerzo propio. La responsabilidad de encontrarla se transforma en una forma de valor el esfuerzo que costó ganarla. Así mismo pasa con un alma que se pierde, ya no se muestra aquí el peligro como con la oveja, sino el valor que esa alma tiene, y el esfuerzo que ha costado que se arrepintiera.

La parábola termina igual que la anterior, hay fiesta, tanto en la tierra como en el cielo. Y también es la misericordia la que mueve a esa mujer, porque no le importa tener más dracmas, sino que considera igual de valiosa un dracma que diez, porque todos han sido productos del esfuerzo.

Tercera ejemplo: el hijo pródigo

Ahora se baja aún más el número, ya no son cien, ni diez, ahora son dos. Esta parábola está más centrada en el público que está escuchando. Recordemos: por un lado los publicanos y los pecadores; por el otro los Fariseos y los escribas. Estos dos grupos podrían identificarse con los dos hijos del padre amoroso. El primer grupo pertenecería al hijo menor que se va, y el segundo grupo al hermano mayor que se queda y reclama la atención que le da el padre a este hijo cuando vuelve. El padre, pues, representaría a Dios.

El menor de los hijos reclama al padre la parte de la hacienda que le pertenece, siendo que habitualmente eso se haría una vez que el padre muriera. Este hijo menor, no sólo lo es por edad, también representa al hijo que flaquea en la fe, como diría Pablo en alguna de sus epístolas. Normalmente es el hijo mayor quien se queda con la mayor parte, una vez que el padre muere, pero en este caso, el padre decide no discutir la decisión de su hijo menor. El tiene libre albedrío, el elige hacer lo que quiera, separarse del amparo de su padre, manejar su vida lejos de sus consejos. Es por eso que elije una “provincia apartada” como metáfora de la condición del hombre de “apartarse de Dios”, de alejarse de sus consejos. Esto lo lleva, obviamente a no tomar prevenciones, sino a vivir “perdidamente”. Dios como un padre, aconseja a sus hijos para su propio bien y felicidad, pero los hombres, y este hijo menor representado en la mayor parte de la humanidad, elige lo contrario, creyendo que la felicidad es lo que a ellos les parece mejor, de allí surge la expresión “perdidamente”.

Las prevenciones que no toma lo llevan a malgastar y  curiosamente en aquel lugar en que se encuentra aparece una gran hambre. La elección de esa provincia apartada también es la metáfora de una provincia donde nadie sigue el camino recto, es por eso que ese hijo menor se siente tan a gusto. Esto recuerda al salmo 1 donde se plantea la senda del justo y la de los pecadores.

El hambre lo lleva a buscar trabajo, y uno de los ciudadanos de allí siente, tal vez misericordia de él, pero el trabajo que le da es el de apacentar los puercos, el trabajo que se merece por no haberse prevenido. Este es un trabajo indigno para un judío que consideraba al cerdo un animal inmundo.

Pero el arrepentimiento no es fácil para el corazón humano. A veces es necesaria una gran humillación, por eso la parábola llega más lejos, y el hijo menor desea al menos poder comer la comida de los cerdos. Al menos ellos comían mejor que él. Y aún la comida de los cerdos le era negada.

Es verse en tal grado de humillación lo que le hace darse cuenta hasta dónde ha llegado. El arrepentimiento debe ser verdadero y comienza con el darse cuenta o lo que los griegos llamaban la “anagnórisis”. Lo primero que se reconoce a sí mismo es lo que ha perdido: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!”. No piensa en que tenía mucho más cuando estaba bajo la protección de su padre, sino que ni siquiera tiene la dignidad de los jornaleros de su padre.

La queja o la lamentación es sólo una parte del arrepentimiento, luego es necesaria la acción: “me levantaré e iré”. Y por último la confesión, el reconocimiento ante el otro de su error, el pedir perdón. Sus palabras son claves: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Contra el cielo porque ha desobedecido uno de los mandamientos más importantes “honrarás a tu padre y a tu madre”, y contra él porque también no ha escuchado los consejos de un padre amoroso que lo trató con los honores que merecía su hijo. A este hijo menor no le faltaba nada. Estaba cómodo en la casa de su Padre, y tal vez lo que lo mueve a salir de su lado es querer conocer una vida diferente, sin la protección de los cuidados amorosos que es padre le daba.

Pero no reclama un reintegro de su condición de hijo, lo que muestra un verdadero arrepentimiento, porque reconoce que no es digno de eso. Ha perdido lo que por ley le correspondía, así que lo único que está dispuesto a pedir es ser uno de sus jornaleros. Este es el verdadero arrepentimiento, ya que está dispuesto a humillarse, aún perdiendo su condición natural de hijo.

La acción no sólo queda en la palabra, sino que se realiza y va hacia su padre. La misericordia se da en el padre que corre y se echa al cuello y lo besa. No necesita explicaciones, le alcanza con verlo vivo, verlo sano, verlo de vuelta. Sabía que lejos estaba en peligro, pero también sabía que había sido una decisión de su hijo y la respetó. Así hace Dios con el hombre que se aparta, respeta su decisión pero está deseoso de que vuelva, de verlo otra vez.

El hijo ni siquiera necesita decir todo lo que había pensado, le dice lo esencial para que el padre comprenda lo difícil que es para su hijo esta acción: “he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. Estas palabras no nacen de la conveniencia, nacen de la verdadera humillación del corazón. El padre lo sabe, porque comprende lo difícil que es volver, y lo angustiado que se sentía de no saber nada de él.

Es por eso que el padre actúa de forma inesperada para todos, incluido su hijo: “sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies”. Es su hijo, y aún cuando se haya equivocado sigue siendo su hijo, pero mayor es la alegría de saber que su hijo ha vuelto, que es como si hubiera resucitado, que ha vuelto, por sí solo al amparo de su padre, y ha aprendido la lección. Así mismo lo dice: “porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase pedido, y es hallado”. Volver también implica reconocer a su padre, y todo lo que él le enseñó, aún cuando éste no espere ser reconocido como tal. El último paso, entonces del arrepentimiento, es la humildad.

La segunda parte de esta parábola es la que refiere al hijo mayor, que en realidad representaría a los Fariseos, pero también refleja la parte del hombre que cree en su justicia. La justicia de los hombres no es la de Dios, porque el corazón del hombre es egoísta y piensa en sí mismo y en lo que cree que merece, no logra comprender naturalmente que los propósitos de Dios que son otros.

Este hijo mayor, que metafóricamente debería tener mayor espiritualidad que el menor, llega del campo, de trabajar, y no comprende la razón de la algarabía. Escucha fiesta, pero no sabe del arrepentimiento, porque nunca tuvo nada de qué arrepentirse. No osó transgredir las normas paternas, siempre se mantuvo a su lado, por lo tanto tampoco puede saber de la humillación que implica el arrepentimiento, y de la humildad que se necesita para confesarlo.

Ni siquiera se entera por su padre, ni por su hermano, sino por un criado, y se niega a formar parte de esta fiesta. El criado le informa, pero sólo los hechos, no el contenido de los hechos: “tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso por haberle recibido salvo”. Nada puede entender el hermano mayor, quien obviamente se siente celoso. Ese hermano que lo ha abandonado, que lo ha ignorado, es ahora motivo de fiesta, de regocijo. A sus ojos esto es injusto. Así mismo lo ven los Fariseos: nosotros que hemos seguido todos los mandamientos, ahora, cuando el supuesto Mesías llega, en vez de hacernos fiesta por nuestra fidelidad, se dedica a festejar con los pecadores; ¿cómo se puede entender esto?

El padre, una vez más movido a misericordia, no deja al hermano mayor solo en el campo. Lo va a buscar. Le ruega que comparta con él esta alegría. Dios quiere a todos en su fiesta, no sólo al que se arrepiente, sino también al que enojado no comprende la justicia divina.

El reclamo del hijo mayor parece justo a los ojos de un corazón humano: “He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos: mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras, has matado para él el becerro grueso.” (Lc.15:29-30). Es injusto a los ojos del Fariseo, tanta atención a quien ha sido capaz de abandonar el amor paterno y dedicarse al libertinaje.

La contestación del padre es la moraleja de la parábola: “tu siempre estás conmigo”, reconoce la fidelidad y devoción de su hijo, y ya tiene su recompensa por eso, “todas mis cosas son tuyas”. Es heredero de todo lo que tiene, no hay distinción, forma parte de todas las riquezas que goza. Pero ahora tienen una riqueza mucho mayor que merece la fiesta, porque se ha logrado algo que resulta casi imposible: “este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido y es hallado”. ¿Qué mayor riqueza puede haber que volver de la muerte o recuperar lo que ya se daba por perdido?

Esta es la comprensión que Cristo quiere de todos los que lo escuchan, el alma que se arrepiente y vuelve al camino de Dios debe ser motivo de fiesta y regocijo, tanto en la tierra como en el cielo, sin importar qué haya hecho esa alma cuando estaba perdida.
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Biblia - Información sobre Evangelios

Introducción a los Evangelios

Trabajo realizado por la Profesora Paola De Nigris

Cuatro son los Evangelios que pertenecen al canon bíblico. Decimos que pertenecen al canon porque dentro de la cosmogonía cristiana son textos “inspirados por Dios”. Esto no quiere decir que nos hayan escrito hombres, sino que Dios los ha utilizado para transmitir su mensaje, respetando la forma en que los hombres se expresan. Los Evangelios cuentan sobre la vida de Jesús, el Mesías esperado por el pueblo hebreo, pero que ellos mismos no reconocieron como tal. Mesías significa el ungido, ya que el pueblo hebreo solía ungir a sus reyes o sumos sacerdotes. Pero también se le llamaba Mesías al salvador y liberador que ellos esperaban, que fue prometido por Dios durante el antiguo testamento. Este sería rey, profeta y sumo sacerdote, y renovaría el pacto pero ahora con toda la humanidad y especialmente con aquellos que lo aceptaran como salvador. La Biblia habla de dos pactos: el primero es con Abraham y por lo tanto con el pueblo judío, y el segundo con la humanidad toda, a través de la figura de Cristo Jesús, el Mesías prometido.

La “buena nueva” que significa la palabra Evangelio es que “Dios está con nosotros”, y ese será el mensaje de los cuatro Evangelios. Estos fueron escritos por los apóstoles (enviado o mensajero). Este nombre también se le dio a Jesús por ser enviado de Dios, pero a su vez se usó para nombrar a aquellas personas que el mismo Jesús envió a dar el mensaje de salvación. De los cuatro apóstoles que escriben los Evangelios, sólo uno no conoció a Jesús y fue precisamente Lucas.

El primer Evangelio es escrito por Mateo que fue un publicano (aquellos que cobraban los impuestos para el imperio romano, y que solían quedarse con una parte importante de lo recogido). Este hombre sigue a Jesús desde la primera vez que lo ve, cuando Él le dice que deje todo lo siga. Su Evangelio presentará a Jesús como el Rey de Reyes, y para eso presentará toda la genealogía de Jesús demostrando así su linaje real.

El segundo Evangelio es el de Marcos. Este es más corto que los otros pero tiene un propósito claro y es presentar a Cristo como un siervo, alguien que está al servicio y no como alguien que busca poder.

El tercer Evangelio es el de Lucas, que fue un médico y que no conoció a Jesús. Sin embargo su testimonio se acepta porque es muy parecido al de los otros tres que sí conocieron directamente al Mesías. Lucas presenta a Cristo como hombre, tratando de mostrar sus actos lo más fielmente posible, para que podamos creer en los milagros que realiza. Dejando en claro su propósito, su Evangelios comienza así: “Habiendo muchos tentado a poner en orden la historia de  las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, como lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra; me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo”. Recordemos que Teófilo significa amor a Dios, así que Lucas intenta poner en orden todos los hechos para los amantes de las cosas del Señor.

El último Evangelio esta escrito por Juan que ha sido el más amado por Jesús, es quién recuesta su cabeza en la última cena, el más cercano a él. Su Evangelio tiene por propósito presentar a Jesús como el Hijo de Dios, “aquel era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo” (Jn.1:9), o también lo presenta como el Verbo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Jn.1:1). Así que para él no cabe duda que Jesús no sólo es enviado por Dios, es Dios hecho hombre, es el Hijo de Dios y así lo presenta en su Evangelio, por eso es considerado el más teológico de los cuatro.

sábado, 30 de enero de 2010

Nuevo Testamento. Versículos del Evangelio de Juan y Mateo

Evangelio de Juan

Juan 6:35


Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Juan 6:51


Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

Juan 8:12


Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida

Juan 10:9


Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.

Juan 10:11


Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas.
 
Juan 11:25


Dícele Jesús: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Juan 14:6


Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.
 
Juan 15:1-3

1YO soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará, para que lleve más fruto.

3Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.

Juan 15:5


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.

Evangelio de Mateo

Mateo 5


1Y VIENDO las gentes, subió al monte; y sentándose, se llegaron á él sus discípulos.


2Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:

3Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.

4Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación.

5Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos.

7Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia.

8Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán á Dios.

9Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos.

11Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo.


12Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron á los profetas que fueron antes de vosotros.

domingo, 7 de junio de 2009

Información general - Fundamentos de la religión hebrea

Literatura Bíblica

El pensamiento religioso del pueblo hebreo constituye el contenido principal de la Biblia, por lo tanto conviene esclarecer sus líneas fundamentales.

Cuatro notas caracterizan esta concepción religiosa:

a) monoteísmo;
b) alianza;
c) moral; y
d) mesianismo.

Monoteísmo: en torno a este punto se plantea el primer problema. Los partidarios del evolucionismo religioso juzgan que el pueblo hebreo fue, durante siglos, monolátrico pero no monoteísta. Yahvé no habría sido el único Dios, sino el Dios al que se adoraba con exclusión de los demás; la divinidad nacional a la que se rendía culto, pero no el solo Dios. Según esta teoría, el pueblo hebreo fue primero idólatra y politeísta, luego enólatra (culto al dios del pueblo, religión nacional) y, por último monoteísta. La historia de las religiones en su estado actual, considera el monoteísmo como forma primordial; el politeísmo y la idolatría serían degradaciones de un concepto religioso superior y más antiguo.

Mientras el evolucionismo supone un sucederse de etapas de progresivo perfeccionamiento, la crítica religiosa moderna considera que, aún las más avanzadas ideas religiosas se encuentran, como en germen, comprendidas en los más antiguos planteamientos. La voz de los Profetas y de los conductores de Israel fue, en el transcurso de la historia, desentrañando ese contenido, poniéndolo en evidencia y esclareciéndolo según las necesidades del pueblo de acuerdo a la guía de Yahvé. El advenimiento de Jesús habría sido la suprema revelación a cuya luz se iluminaría el cuadro entero, la clave para comprender el mensaje.

Alianza: si puede haber discrepancias en torno al alcance de la expresión "Yahvé, Dios de Israel", no las hay en la interpretación de la otra que le es simétrica y correspondiente: "Israel es el pueblo de Yahvé". Esta identificación descansa en la idea de pacto o alianza entre la Divinidad y el pueblo elegido por ella, cuya primera formulación encontramos en el libro del Génesis, en la historia de Abraham.

Las ideas fundamentales que este pacto encierra son:

a) de parte de Yahvé: protección y ayuda constantes, simbolizadas en la bendición, la concesión de la tierra prometida, una descendencia numerosa como las arenas del mar y las estrellas del cielo, y el señorío sobre las demás naciones;

b) de parte de Abraham: la fidelidad y el acatamiento a la voluntad de Yahvé. El rito de la circuncisión, que vierte la sangre del varón, sería la señal externa del pacto por la que cada descendiente de Abraham entra a tomar parte de su herencia y acepta su obligación frente a Yahvé. Este pacto fue formulado por segunda vez en Egipto y es la reiteración de la alianza con Abraham, que luego se explicita y ratifica solemnemente en el monte Sinaí. La sangre vertida del Cordero Pascual, con la que se tiñera el dintel de la puerta de los hebreos, fue la señal externa de la Alianza. En el correr de la historia, las grandes figuras y los más importantes acontecimientos de Israel dieron realce al pacto, esclarecieron los deberes que imponía, y afirmaron su esperanza en la fidelidad de Yahvé. Los profetas fueron los defensores de la Alianza y los campeones de los derechos de Dios. La tercera manifestación del pacto, también llamada "Nueva Alianza" porque innova sobre la Antigua, extiende los privilegios de Israel a los hombres de todos los pueblos, y se encuentra narrada en los Evangelios. Esta nueva formulación se realiza en la persona de Jesús y también se sella con la efusión de sangre, en el monte Calvario.

Moral: la moral del pueblo hebreo no es una consecuencia de la religiosidad, sino uno de sus elementos constitutivos. Yahvé es el autor del hombre y tiene derechos sobre él; además, y en virtud del pacto, los tiene especiales sobre Israel. Por eso es legislador, y su ley es santa y ordenada a la salud y la felicidad del individuo y la sociedad. No es una antojadiza y caprichosa serie de prohibiciones y amenazas; por el contrario, Dios, único conocedor de "la ciencia del bien y del mal", es decir, de la esencia de los mismos, prohibe lo que daña u obstaculiza la perfección del hombre y la felicidad del pueblo.

La ley es solemnemente proclamada en el Sinaí y consta de varios mandamientos. A través de los textos se deduce que dicha Ley no es sino una formulación ordenada de preceptos religiosos y morales conocidos desde antiguo por el pueblo, aunque no siempre respetados. Los primeros conciernen a la conducta frente a la Divinidad; los otros, a la que debe regir las relaciones del hombre consigo mismo y en la colectividad.

Después de una introducción en la que se proclama el derecho de Yahvé a legislar, se prohíbe el politeísmo, la idolatría y la vana invocación del nombre de Dios en el juramento falso, y se ordena la observancia del sábado. Se impone honrar a los padres, se prohibe matar, fornicar, robar, mentir y calumniar y, por último, codiciar los bienes ajenos, incluyendo entre estos la mujer del prójimo. Del cotejo de ambas fórmulas se ha deducido el Decálogo, los diez mandamientos o preceptos que son la base de la moral de hebreos y cristianos.

Junto con esta síntesis de los preceptos fundamentales, el pueblo recibió a través de Moisés, un completísimo código, en muchos aspectos superior al de Hammurabí, que regula todo lo referente a la vida colectiva, nacional y familiar, a la organización política y al culto religioso.

En lo que se refiere a las disposiciones atinentes a la moral, sucesivas generaciones fueron desentrañando de los antiguos preceptos un alcance de mayor perfección y desplazando las obligaciones y responsabilidades desde el plano social y al plano personal. El pecado es un delito que perjudica al pueblo, y a todo el pueblo interesa su castigo y la purificación condigna, pero cada vez se ve con mayor claridad, que religión y moral no son solamente el nexo que une a Israel con Yahvé, sino también el que une a cada hombre con Dios; así, el Pacto o Alianza se transforma en un pacto de persona a persona. Los Profetas y los Salmos, traducen claramente este concepto más elevado y perfecto del sentido moral; juzgan los actos por su valor interior, y exigen la caridad, el amor a Dios y al prójimo, como base de la conducta. La doctrina de Jesús, manifestada en el Sermón de la montaña, lleva esta moral a su más alto grado de desarrollo y perfección.

En lo concerniente a los preceptos de alcance social, político, penal, contractual, etc., el código mosaico refleja el grado de civilización y de cultura de los pueblos de la época; muchas veces, frente a mandamientos que nos parecen de despiadada barbarie, debemos recordar que ellos significaban, sin embargo, un mejoramiento, una superación de costumbres aún más bárbaras y despiadadas.

El Yahvé del Antiguo Testamento es el mismo Padre de las Misericordias del Nuevo Testamento; pero el pueblo, inmerso en la dureza y en la crueldad de los tiempos antiguos, lo fue descubriendo muy lentamente, aunque ya las más antiguas tradiciones recogidas en el Génesis, así lo mostraran.

Mesianismo: el mesianismo comprende dos creencias fundamentales:

a) la del futuro advenimiento de un Mesías;
b) el papel rector de Israel sobre los demás pueblos.

Desde muy antiguo, en las primeras formulaciones de la Alianza, se atribuye a la descendencia de Abraham ese papel mesiánico, en su doble alcance de un salvador personal y de un privilegio colectivo. Aún antes, en el tercer capítulo del Génesis, se pone en boca del Yahvé que castiga, la esperanza, la promesa de un vencedor del espíritu del mal encarnado en la serpiente.

A través de los siglos, son más abundantes y más concretos los textos, hasta el punto de mostrar que el Mesías y su advenimiento no son una consecuencia de la elección de Israel y del pacto, sino su misma finalidad, su razón de ser. La voz de los profetas perfila, desarrolla y esclarece, en etapas sucesivas, la figura del Salvador y su misión redentora que, mediante Israel, llegará a todas las naciones.

En torno a dos condiciones se agrupan los vaticinios: la de rey invencible, dominador de pueblos, y la de sacerdote y víctima, redentor de hombres. Según las vicisitudes de la historia, el acento de los profetas y de los intérpretes destacará uno u otro de esos aspectos, y el pueblo, doblegado y oprimido por fuerzas extranjeras, se forjará su propio Mesías con aquellos rasgos que más fácilmente halaguen su deseo y colmen su esperanza.

En el Nuevo Testamento, el cántico del anciano Simeón resume la esperanza mesiánica de Israel y vaticina su cumplimiento en el niño que María y José presentan en el Templo de Jerusalem. Este niño, Jesús de Nazareth, luego dividirá definitivamente a los hebreos, pues si unos lo condenan y crucifican por blasfemo, otros lo siguen y lo adoran como al anunciado Mesías.
Extraído del trabajo de Socorro Argenzio "literatura bíblica"

viernes, 5 de junio de 2009

Biblia - La historia de Abraham - AT

Génesis 12

1 EMPERO Jehová había dicho á Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, á la tierra que te mostraré;
2 Y haré de ti una nación grande, y bendecirte he, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición:
3 Y bendeciré á los que te bendijeren, y á los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
4 Y fuése Abram, como Jehová le dijo; y fué con él Lot: y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.
5 Y tomó Abram á Sarai su mujer, y á Lot hijo de su hermano, y toda su hacienda que habían ganado, y las almas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir á tierra de Canaán; y á tierra de Canaán llegaron.
6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Sichêm, hasta el valle de Moreh: y el Cananeo estaba entonces en la tierra.
7 Y apareció Jehová á Abram, y le dijo: A tu simiente daré esta tierra. Y edificó allí un altar á Jehová, que le había aparecido.
8 Y pasóse de allí á un monte al oriente de Bethel, y tendió su tienda, teniendo á Bethel al occidente y Hai al oriente: y edificó allí altar á Jehová é invocó el nombre de Jehová.
9 Y movió Abram de allí, caminando y yendo hacia el Mediodía.
10 Y hubo hambre en la tierra, y descendió Abram á Egipto para peregrinar allá; porque era grande el hambre en la tierra.
11 Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo á Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer hermosa de vista;
12 Y será que cuando te habrán visto los Egipcios, dirán: Su mujer es: y me matarán á mí, y á ti te reservarán la vida.
13 Ahora pues, di que eres mi hermana, para que yo haya bien por causa tuya, y viva mi alma por amor de ti.
14 Y aconteció que, como entró Abram en Egipto, los Egipcios vieron la mujer que era hermosa en gran manera.
15 Viéronla también los príncipes de Faraón, y se la alabaron; y fué llevada la mujer á casa de Faraón:
16 E hizo bien á Abram por causa de ella; y tuvo ovejas, y vacas, y asnos, y siervos, y criadas, y asnas y camellos.
17 Mas Jehová hirió á Faraón y á su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram.
18 Entonces Faraón llamó á Abram y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?
19 ¿Por qué dijiste: Es mi hermana? poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora pues, he aquí tu mujer, tómala y vete.
20 Entonces Faraón dió orden á sus gentes acerca de Abram; y le acompañaron, y á su mujer con todo lo que tenía.

Génesis 15

1 DESPUÉS de estas cosas fué la palabra de Jehová á Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón sobremanera grande.
2 Y respondió Abram: Señor Jehová ¿qué me has de dar, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese Damasceno Eliezer?
3 Dijo más Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que es mi heredero uno nacido en mi casa.
4 Y luego la palabra de Jehová fué á él diciendo: No te heredará éste, sino el que saldrá de tus entrañas será el que te herede.
5 Y sacóle fuera, y dijo: Mira ahora á los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu simiente.
6 Y creyó á Jehová, y contóselo por justicia.
7 Y díjole: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los Caldeos, para darte á heredar esta tierra.
8 Y él respondió: Señor Jehová ¿en qué conoceré que la tengo de heredar?
9 Y le dijo: Apártame una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino.
10 Y tomó él todas estas cosas, y partiólas por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de otra; mas no partió las aves.
11 Y descendían aves sobre los cuerpos muertos, y ojeábalas Abram.
12 Mas á la caída del sol sobrecogió el sueño á Abram, y he aquí que el pavor de una grande obscuridad cayó sobre él.
13 Entonces dijo á Abram: Ten por cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí, y serán por ellos afligidos cuatrocientos años.
14 Mas también á la gente á quien servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con grande riqueza.
15 Y tú vendrás á tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.
16 Y en la cuarta generación volverán acá: porque aun no está cumplida la maldad del Amorrheo hasta aquí.
17 Y sucedió que puesto el sol, y ya obscurecido, dejóse ver un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasó por entre los animales divididos.
18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram diciendo: A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates;
19 Los Cineos, y los Ceneceos, y los Cedmoneos,
20 Y los Hetheos, y los Pherezeos, y los Raphaitas,
21 Y los Amorrheos, y los Cananeos, y los Gergeseos, y los Jebuseos.

Génesis 16

1 Y SARAI, mujer de Abram no le paría: y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar.
2 Dijo, pues, Sarai á Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril: ruégote que entres á mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al dicho de Sarai.
3 Y Sarai, mujer de Abram, tomó á Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y dióla á Abram su marido por mujer.
4 Y él cohabitó con Agar, la cual concibió: y cuando vió que había concebido, miraba con desprecio á su señora.
5 Entonces Sarai dijo á Abram: Mi afrenta sea sobre ti: yo puse mi sierva en tu seno, y viéndose embarazada, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre mí y ti.
6 Y respondió Abram á Sarai: He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere. Y como Sarai la afligiese, huyóse de su presencia.
7 Y hallóla el ángel de Jehová junto á una fuente de agua en el desierto, junto á la fuente que está en el camino del Sur.
8 Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y á dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai, mi señora.
9 Y díjole el ángel de Jehová: Vuélvete á tu señora, y ponte sumisa bajo de su mano.
10 Díjole también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu linaje, que no será contado á causa de la muchedumbre.
11 Díjole aún el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque oído ha Jehová tu aflicción.
12 Y él será hombre fiero; su mano contra todos, y las manos de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará.
13 Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres el Dios de la vista; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve?
14 Por lo cual llamó al pozo, Pozo del Viviente que me ve. He aquí está entre Cades y Bered.
15 Y parió Agar á Abram un hijo y llamó Abram el nombre de su hijo que le parió Agar, Ismael.
16 Y era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando parió Agar á Ismael.

Génesis 17

1 Y SIENDO Abram de edad de noventa y nueve años, aparecióle Jehová, y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto.
2 Y pondré mi pacto entre mí y ti, y multiplicarte he mucho en gran manera.
3 Entonces Abram cayó sobre su rostro, y Dios habló con él diciendo:
4 Yo, he aquí mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de gentes:
5 Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.
6 Y multiplicarte he mucho en gran manera, y te pondré en gentes, y reyes saldrán de ti.
7 Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte á ti por Dios, y á tu simiente después de ti.
8 Y te daré á ti, y á tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.
9 Dijo de nuevo Dios á Abraham: Tú empero guardarás mi pacto, tú y tu simiente después de ti por sus generaciones.
10 Este será mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu simiente después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.
11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.
12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones: el nacido en casa, y el comprado á dinero de cualquier extranjero, que no fuere de tu simiente.
13 Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero: y estará mi pacto en vuestra carne para alianza perpetua.
14 Y el varón incircunciso que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será borrada de su pueblo; ha violado mi pacto.
15 Dijo también Dios á Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.
16 Y bendecirla he, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá á ser madre de naciones; reyes de pueblos serán de ella.
17 Entonces Abraham cayó sobre su rostro, y rióse, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿y Sara, ya de noventa años, ha de parir?
18 Y dijo Abraham á Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.
19 Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él por alianza perpetua para su simiente después de él.
20 Y en cuanto á Ismael, también te he oído: he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera: doce príncipes engendrará, y ponerlo he por gran gente.
21 Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, al cual te parirá Sara por este tiempo el año siguiente.
22 Y acabó de hablar con él, y subió Dios de con Abraham.
23 Entonces tomó Abraham á Ismael su hijo, y á todos los siervos nacidos en su casa, y á todos los comprados por su dinero, á todo varón entre los domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho.
24 Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio.
25 E Ismael su hijo era de trece años cuando fué circuncidada la carne de su prepucio.
26 En el mismo día fué circuncidado Abraham é Ismael su hijo.
27 Y todos los varones de su casa, el siervo nacido en casa, y el comprado por dinero del extranjero, fueron circuncidados con él.

Génesis 18

1 Y APARECIOLE Jehová en el valle de Mamre, estando él sentado á la puerta de su tienda en el calor del día.
2 Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto á él: y cuando los vió, salió corriendo de la puerta de su tienda á recibirlos, é inclinóse hacia la tierra,
3 Y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, ruégote que no pases de tu siervo.
4 Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol,
5 Y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón; después pasaréis: porque por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho.
6 Entonces Abraham fué de priesa á la tienda á Sara, y le dijo: Toma presto tres medidas de flor de harina, amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo.
7 Y corrió Abraham á las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y diólo al mozo, y dióse éste priesa á aderezarlo.
8 Tomó también manteca y leche, y el becerro que había aderezado, y púsolo delante de ellos; y él estaba junto á ellos debajo del árbol; y comieron.
9 Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda.
10 Entonces dijo: De cierto volveré á ti según el tiempo de la vida, y he aquí, tendrá un hijo Sara tu mujer. Y Sara escuchaba á la puerta de la tienda, que estaba detrás de él.
11 Y Abraham y Sara eran viejos, entrados en días: á Sara había cesado ya la costumbre de las mujeres.
12 Rióse, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?
13 Entonces Jehová dijo á Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de parir siendo ya vieja?
14 ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré á ti, según el tiempo de la vida, y Sara tendrá un hijo.
15 Entonces Sara negó diciendo: No me reí; porque tuve miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.
16 Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma: y Abraham iba con ellos acompañándolos.
17 Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo á Abraham lo que voy á hacer,
18 Habiendo de ser Abraham en una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las gentes de la tierra?
19 Porque yo lo he conocido, sé que mandará á sus hijos y á su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.
20 Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor de Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,
21 Descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, saberlo he.
22 Y apartáronse de allí los varones, y fueron hacia Sodoma: mas Abraham estaba aún delante de Jehová.
23 Y acercóse Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío?
24 Quizá hay cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por cincuenta justos que estén dentro de él?
25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?
26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré á todo este lugar por amor de ellos.
27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado á hablar á mi Señor, aunque soy polvo y ceniza:
28 Quizá faltarán de cincuenta justos cinco: ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.
29 Y volvió á hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor de los cuarenta.
30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.
31 Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar á mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor de los veinte.
32 Y volvió á decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor de los diez.
33 Y fuése Jehová, luego que acabó de hablar á Abraham: y Abraham se volvió á su lugar.

Génesis 22
1 Y ACONTECIO después de estas cosas, que tentó Dios á Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, á quien amas, y vete á tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
3 Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos mozos suyos, y á Isaac su hijo: y cortó leña para el holocausto, y levantóse, y fué al lugar que Dios le dijo.
4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vió el lugar de lejos.
5 Entonces dijo Abraham á sus mozos: Esperaos aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y volveremos á vosotros.
6 Y tomó Abraham la leña del holocausto, y púsola sobre Isaac su hijo: y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.
7 Entonces habló Isaac á Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8 Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
9 Y como llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató á Isaac su hijo, y púsole en el altar sobre la leña.
10 Y extendió Abraham su mano, y tomó el cuchillo, para degollar á su hijo.
11 Entonces el ángel de Jehová le dió voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; que ya conozco que temes á Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único;
13 Entonces alzó Abraham sus ojos, y miró, y he aquí un carnero á sus espaldas trabado en un zarzal por sus cuernos: y fué Abraham, y tomó el carnero, y ofrecióle en holocausto en lugar de su hijo.
14 Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto.
15 Y llamó el ángel de Jehová á Abraham segunda vez desde el cielo,
16 Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único;
17 Bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está á la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos:
18 En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra, por cuanto obedeciste á mi voz.
19 Y tornóse Abraham á sus mozos, y levantáronse y se fueron juntos á Beer-seba; y habitó Abraham en Beer-seba.
20 Y aconteció después de estas cosas, que fué dada nueva á Abraham, diciendo: He aquí que también Milca ha parido hijos á Nachôr tu hermano:
21 A Huz su primogénito, y á Buz su hermano, y á Kemuel padre de Aram.
22 Y á Chêsed, y á Hazo, y á Pildas, y á Jidlaph, y á Bethuel.
23 Y Bethuel engendró á Rebeca. Estos ocho parió Milca á Nachôr, hermano de Abraham.
24 Y su concubina, que se llamaba Reúma, parió también á Teba, y á Gaham, y á Taas, y á Maachâ.

Romances medievales

  LOS ROMANCES Definición Se llama romance, en literatura, a la composición épico-lírica que consiste en una tirada larga de versos o...