domingo, 6 de septiembre de 2009

Escritos del liceo 14

Estos trabajos aquí publicados son escritos realizados por dos alumnos del liceo 14, liceo que en este año está cumpliendo sus cincuenta años.
Dichos trabajos me sorprendieron por su nivel y su sensibilidad y quería exponerlos, con el debido consentimiento de sus autores, para que pudieramos vislumbrar que esto también existe, y que de esto también son capaces nuestros alumnos. Supongo que deben ser capaces de muchísimo más.
La consigna del trabajo era muy sencilla: "Plantee el tema del poema "Lo fatal" de Rubén Darío, justificando sus opiniones en el texto."
José Luis Pérez – Liceo 3°7 - Liceo 14 (Vespertino)


El tema es la desesperación del hombre por tener que atravesar toda su existencia siendo terriblemente sensible al exterior y no recibiendo es éste más que dudas, sufrimientos e incertezas, al tiempo que es consciente de sí mismo, esto es, tiene plena conciencia de que existe, lo siente en cada instante de su vida, y esto, junto con la muerte son sus únicas dos certidumbres. Todo esto resulta inaguantable para el yo lírico.

El poema se apropia de casi todos los tópicos de la filosofía, desde las insustanciales preguntas “de dónde venimos y hacia dónde vamos” hasta el razonamiento cartesiano de “pienso, luego existo” pasando por la imposibilidad del conocimiento, y les añade, a todos, un sentido trágico. Se trata de un sentimiento que se encuentra en las antípodas de sloganes contemporáneos como “la vida es un regalo”, “vive el momento” o el querido “let it be”. Aún más lejos está de cualquier concepción religiosa que sugiera la trascendencia de la vida o su propósito; el hombre de este poema es un hombre solo y a oscuras, y su conciencia, esta conciencia tan machacada a lo largo del texto, no es conciencia-alma, pasible de ser abstraída (al menos mediante la imaginación) de las circunstancias particulares de la vida del individuo, sino una especie de conciencia carnal, que “vive” en la carne o es la carne misma, y en ella se agota y se esfuma.

Desde la parte formal, también podemos ver la agonía de este yo lírico, vemos como los versos van perdiendo sílabas, como si se fueran desgranando hasta desaparecer en esa inconsciencia e insensibilidad tan ansiada.


Florencia Argenzio – 3°7 – Liceo 14

El poema trata de las incertidumbre, el dolor y la muerte. Incertidumbre como el no saber si lo que fue nuestro pasado estuvo bien o mal (si es que conocemos el pasado), y quizá el miedo de saberlo y descubrir que fue un desastre monumental. Y la niebla que cubre al futuro, porque sin no sabemos lo que fuimos, no podremos si quiera sospechar lo que seremos, excepto que hay un ataúd esperando paciente detrás de la neblina. Y que vamos caminando a tientas, cegados por un velo, dándonos contra las paredes, sin nadie que nos haga de lazarillo, porque estamos solos siendo eternamente perseguidos por la Muerte, tras la cual ¿quién sabe lo que nos espera? Quizás el paraíso, el infierno, el purgatorio, o la solitaria “nada absoluta”. Y mientras intentamos aferrarnos a los “frescos racimos” de la vida, el temor nos acecha, el terror nos aguarda, y estamos espantados y siendo permanentemente apuñalados por la fría daga de la vida, completamente inclemente. Y ciertamente, la muerte es lo único que tenemos asegurado y “que apenas sospechamos” porque estando en vida no podemos imaginar la implacable agonía de dejar de existir y pasar a ser un simple cuerpo frío dentro de una tumba adornada por flores marchitas.

“Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto (...)”, y de todos modos para qué queremos saber si nos espera la fatalidad de la muerte. Y tomes un camino u otro “todos los caminos conducen a Roma”, sólo sabemos que dejaremos de ser. Aunque, ¿qué es mejor? ¿vivir a tientas por un camino sinuoso o quitarte la venda y contemplar los peligros que te aguardan? Quizá el poeta se haya hechos estas mismas preguntas conforme su corazón y su pluma se marchitaban y perdían el ritmo en un vertiginoso descenso hacia la nada. Porque ser y saber van de la mano, pero sobre esta vida no conocemos nada y podríamos preguntarnos ¿para qué somos y sentimos? ¿Por qué no somos una piedra o al menos un árbol? ¿Y cuál es nuestro destino? ¿o estamos abandonados en la nada, sin tener ningún lado al que llegar? Porque dos fuerzas nos dividen; la carne con sus frescos racimos a punto para ser probados, y esa tumba que nos aguarda cubierta de fúnebres ramos, mientras nosotros nos debatimos entre la vida y la muerte, el deseo de saber y el de no sufrir más, cuando estamos en un limbo, y miramos hacia atrás y no hay nada, y miramos hacia delante y no hay nada.

1 comentario:

  1. Realmente excelentes estos chicos son un premio para nuestro liceo. Gracias por publicarlos. Adsc. Carla Nardone

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