sábado, 29 de junio de 2013

Florencio Sánchez - "El desalojo" (Comentario general)

Breve comentario sobre "El desalojo"

Trabajo realizado por la Prof. Paola De Nigris

La obra trata de una joven que se ve sumergida en una situación desesperada. Pertenece a un extracto social muy bajo, y la obra muestra la decadencia de valores de una sociedad que mira al mundo que lo rodea con indiferencia, y desprecio, aunque la condición de los que miran sea igual a la de Indalecia. Ella no sólo es desalojada del conventillo, sino también de sus hijos, y dado que para ella, sus hijos son lo más importante, lo que le da una identidad, Indalecia es también despojada de su propia identidad, algo que el mundo que la rodea no llega a comprender.

Sánchez es un dramaturgo realista, y su deseo es plasmar es aquello que ve, padece y le duele. Es un retratista de una época, el 900, tanto en Montevideo como en Buenos Aires. “El desalojo” está ambientada, justamente en Buenos Aires, pero la realidad no era muy diferente en el Montevideo de su época.

Este pequeño sainete, forma típica de la época, se transforma casi en una tragedia dado que el personaje principal quiere luchar contra un destino impuesto y pierde. Su temática puede incluirse en cualquier momento del siglo XX, y XXI sin que se deje de encontrar el mismo problema humano, la decadencia de valores.

Sin embargo, no puede dejar de contextualizar la obra en la época en que fue escrita. La mujer pobre en el 900 tenía pocas posibilidades, y todas terminaban en lo mismo, la prostitución. Dentro del momento es necesario pensar que la mujer no trabaja, quien lo hace es el hombre, y no existe para este ningún seguro social que lo ampare en caso de tener un accidente. Así que Indalecia, madre de varios hijos, casada con un hombre trabajador que tiene un accidente, se encuentra en la situación de tener que salir a trabajar. Eso le deja pocas posibilidades: puede trabajar en la costura, pero la gente del registro, que son los que reparten en trabajo, habitualmente piden favores sexuales a las mujeres que los van a pedir. Puede trabajar de noche en una fábrica, pero eso le impediría cuidar a sus hijos, y además estaría, sin duda, expuesta al acoso sexual por parte de los patrones o encargados. Y por último, puede prostituirse directamente. Pero ninguna de esas opciones son válidas para Indalecia, porque lo que ella quiere es un trabajo con dignidad que le permita educar a sus hijos. Pero esto tan obvio, la sociedad entera se lo niega. El estado no le da más que una operación tras otra a su marido que se cayó de un andamio, y prácticamente morirá o quedará paralítico. Lo otro que el estado le ofrece es quedarse con sus hijos, los más chicos en la beneficencia, y el mayor a una escuela de oficio. La sociedad parece poner en primer lugar el deseo de que esos niños sean “útiles” para el mercado, sacrificando el amor que una madre puede dar, y la ecuación que ella misma puede proporcionar. En una palabra, el vínculo afectivo.

Cabe aclarar que Indalecia se presenta constantemente como una mujer implicada y afectuosa con sus hijos, que aún cuando ellos están en la miseria le enseña a agradecer la comida que les pueden proporcionar. No es una mujer que los desatienda, sino todo lo contrario, vive para y por ellos, y vive esperando que la situación cambie.

La sociedad, a través de un diario, ha levantado una suscripción para darle algo de dinero, pero lo que la gente mandará al diario no es verdadera solidaridad, sino una especie de forma de tratar de sentirse bien con ellos mismos. Es el personaje de Genaro, un vecino, quien encarna a la solidaridad en todo su significado. Él comparte su comida con Indalecia, siendo él tan pobre como ella, ya que es un botellero. Es un italiano, inmigrante, que conoce la pobreza, y se conmueve de la situación penosa de esa mujer y sus hijos. Él no sólo comparte su pan con Indalecia y sus hijos, sino que además va a ver a su marido y le trae noticias sobre el estado de su salud. En una palabra, sabe la necesidad de Indalecia y trata de acompañarla y ayudarla a la par. Incluso presta su tiempo y oído para que ella se descargue en el único momento que ella se anima a hacerlo, ya que no tiene casi la posibilidad de hablar o de desahogarse.

Como contrapartida de Genaro tenemos también un personaje de origen italiano y es la Encargada. Ella también conoce la miseria, pero ahora está en una situación de poder, en una situación mejor, y parece no querer o tal vez no poder ponerse en la situación de Indalecia. Aunque podríamos decir que a pesar de su dureza, de su carácter necesario para poder cobrar el alquiler, aún no ha tirado a Indalecia para afuera, y está esperando que pueda salir de allí lo antes posible. Toda la obra sucede en ese patio, e Indalecia viene a encarnar la miseria con dignidad, pero también viene a mostrar, como un espejo, la miseria que todos pueden llegar a vivir. Sin embargo nadie quiere verla. Por eso las vecinas prefieren ser indiferentes “tirar la comida por los caños” antes que compartirla con ella. Es que no quieren ver, no quieren pensar que esto que a ella le pasa podría pasarle a cualquiera.

Otro personaje importante en la obra es el padre de Indalecia. Éste aparece en la escena IV y viene porque averiguó que ella iba a cobrar una suscripción. Viene por interés. La ha abandonado porque se casó con un albañil. Él encarna la decadencia más profunda de la sociedad. Es un parásito de la misma. Ex soldado, viejo y borracho, que sabe vivir de la mendicidad, y aprovecharse de cualquier situación. Por eso viene a ella, para ver si puede aprovecharse de la miseria de Indalecia. Al final es quien termina triunfando, porque se queda con toda la plata de la suscripción. A través del alboroto, de inflar su valía de antaño, trata de imponerse ante los demás, exigiendo un respeto que él jamás dio.


Por último, el personaje del comisario y el periodista son los que representan a la sociedad toda. Son los que vienen con esa pseudo solución, y la obra termina en un circo, cuando el fotógrafo aparece pidiendo una foto de ella llorando junto con el comisario y el policía. El cinismo de la sociedad queda plasmada en esta foto, antes de que terminen de convencer a Indalecia que debe entregar a sus hijos, porque ella no los puede educar.
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4 comentarios:

  1. Muy interesante e ilustrativo presentar esta obra de ambiente urbano de Florencio Sánchez. Es útil para percibir la atmósfera de estos ambientes donde vivían marginados y conocer la forma de hablar de orientales e inmigrantes, usos y costumbres de las capas marginadas de la sociedad montevideana del novecientos.

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  2. Muy buen texto,muestra exactamente lo que pasaba antes y por supuesto ahora,la gente nunca piensa en como estan aquellos que no pueden ni trabajar y todavia tener que cuidar hijos(Que NO es poca cosa),pero lo bueno de esta obra teatral es como muestra la realidad,tal cual como era y es.
    Excelente obra.

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